Hace unos días preguntaba en Instagram si sería interesante que hablara de cómo estoy enfocando mi nueva rutina diaria y la respuesta fue afirmativa, así que hoy me aventuro a contarte un poco cómo lo estoy haciendo yo (por si la referencia te resulta de utilidad) y qué consejos te puedo dar para ayudarte a ti a hacerlo. 

¿NO QUIERES LEER? PUES ESCUCHA EL AUDIO DEL ARTÍCULO AQUÍ

 

En primer lugar, es muy importante tener en cuenta una cosa: generar una nueva rutina es un objetivo muy ambicioso. Si crear un nuevo hábito ya es todo un reto, crear una rutina completa puede ser titánico. Por eso, creo que es bueno estar bien mentalizada con que puede ser un proceso iterativo que, con flexibilidad y capacidad de adaptación, se irá engranando poco a poco hasta que funcione. 

Por otro lado, querría aclarar que hoy no voy a hablar de cómo crear hábitos ni de cómo planificarnos en nuestro día a día para cumplir con todas nuestras tareas. Lo que me propongo es ayudarte a dividir tu día en espacios de tiempo en los que puedas desarrollar tus tareas y avanzar hacia tus objetivos. Porque lo que más cuesta es “sacar tiempo”, creo que podría ser útil contemplar el día a día como bloques de posibilidad. Luego ya depende de ti el cómo aprovechar esos bloques de la forma más eficiente posible (aunque si quieres, otro día puedo comentarte cuál es mi idea sobre la eficiencia, la ejecución de tareas y la consecución de resultados). 

Dicho esto, vamos a empezar con las directrices que yo te propondría para crear tu nueva rutina diaria:

 

Lo primero más importante es el propósito.

¿Por qué quieres cambiar tu rutina? ¿Lo tienes claro? Estupendo: ese motivo será tu salvavidas en los momentos en los que la fuerza de voluntad flaquee. 

Cuando nos proponemos realizar un cambio de hábitos, tenemos que tener presente que habrá momentos incómodos en los que querremos saltarnos lo previsto, porque no nos apetece, estamos cansados o tenemos otras cosas “más importantes” o urgentes que hacer. Nuestra mente nos va a poner trampas y necesitamos tener una imagen a la que aferrarnos para evitar que la corriente de pensamientos aparentemente indulgentes nos arrastre. 

Porque ten en cuenta esto: tu mente hará auténticas fechorías con tal de mantenerte anclada en tu zona de confort. 

Y hasta que tu mente no entienda, procese e integre el por qué para ti algo es realmente importante, no va a enviar a tu culo el mensaje de que se mueva para conseguirlo.

Así pues, para salvar tu mente constructiva de tu mente paralizante, te cuento algo que a mí me funciona: crear la imagen de cómo será mi día a día cuando esa nueva rutina esté funcionando al 100%. 

La técnica de la visualización creativa* puede ser realmente efectiva. La usan los deportistas de élite y la puedes usar tú en la carrera de fondo que es la vida. Imagina, con todo lujo de detalles, cómo será tu vida con esa nueva rutina. Qué objetivos personales y profesionales cumplirás. Qué verás al mirarte al espejo. Cómo te sentirás. Cuál será tu grado de confianza en ti misma. Cómo actuarás en base a esas sensaciones. Cómo te relacionarás con tu entorno sintiendo lo que sientes. 

Haz un cuadro completo, con cada pincelada. Cuanto más detallado, mejor saborearás el éxito que experimentarás cuando llegues allí. 

 

Lo segundo más importante es disfrutar del proceso. 

Recuerda que esto es una carrera de fondo. Tan importante como llegar es disfrutar del proceso. Debemos evitar, desde el mismo momento en que nos marcamos los objetivos, quemarnos en camino. Hay que lograr que la rutina sea sostenible en el tiempo, que se adapte a tus posibilidades reales. Piensa que, como en todo entrenamiento, quizás al principio consigas hacer un poquito menos de lo que te gustaría pero que, con el tiempo, puede que optimices y acortes los tiempos, por lo que poco a poco podrás ir regulando la autoexigencia. 

Al arrancar, te recomiendo que prestes más atención al hecho de que estás cumpliendo la rutina (y te congratules por ello) que al cuánto consigues avanzar en tus objetivos. Los principios nunca son eficientes, así que mejor afloja un poco tus expectativas en ese sentido. Todo llegará. 

 

Comienza en fase de pruebas.

Si vamos a crear una nueva versión de tu rutina, lo lógico es empezar por una fase de pruebas. Márcate un periodo limitado en el tiempo en el que puedas testar todas las piezas del puzzle. El objetivo es introducir correcciones basadas en la aplicación real de lo que imaginas, de modo que se minimice el estrés y se creen las menos fricciones posibles. Debes ponértelo fácil, dentro del reto que todo esto supone. 

Para poder hacer bien esta fase, te recomiendo registrar en una libreta o en un dispositivo digital un feedback sobre la marcha, con pensamientos e ideas que te vayan surgiendo sobre la rutina. De ese modo, podrás sacar conclusiones y tomar acciones que vayan moldeando los bloques de tiempo de forma realista (ahora hablaremos de los bloques de tiempo). 

 

Busca el equilibrio.

La rutina debe buscar un equilibrio – como un acto de justicia para contigo misma, si queremos verlo así. Si vas a hacer un esfuerzo y te vas a sacrificar, debes recompensarte por ello. ¿A que no imaginas trabajar sin percibir un salario a cambio? Pues aquí pasa algo parecido: no es sostenible exigirte el esfuerzo de cumplir con tu plan cada día si cada día no tienes un descanso a cambio. 

Busca momentos para descansar y desconectar. Necesitas recargar pilas cada día. No puede ser que estemos esperando al fin de semana (o lo que es peor, ¡a las vacaciones!) para encontrar un momento para nosotras. Sobre todo, porque luego siempre pasa algo y los planes se tuercen. Así que debe ser una prioridad respirar a diario. 

No hace falta mucho tiempo y hay actividades que pueden ayudarte a desconectar. Por ejemplo, hacer meditación, una sesión de yoga suave, leer o escuchar música mientras te das una buena ducha, te ayudarán a bajar un poco el ritmo y alejarte de todo durante un rato. 

Busca la tecla que te funcione y disfruta de la melodía. Pero sobre todo, inclúyelo en tu rutina diaria.

 

Sé realista con las tareas que quieres realizar día a día. 

Muchas veces, cuando hacemos nuestra lista de tareas es como si nos pusiéramos un traje de superheroína y nos creyéramos que podemos con todo, y en el mismo día. Pero no es así. Debemos ser realistas con el tiempo de que disponemos y con el hecho de que hacer cada cosa lleva su rato. Vamos a intentar ponernos objetivos diarios que podamos realizar. 

De hecho, si nos da la impresión de que nos puede sobrar tiempo, mejor, porque seguro que en caso de que así sea encontraremos la manera de aprovecharlo al máximo. Este punto tiene mucha importancia si queremos mantener alta nuestra motivación. Sentir la satisfacción del logro conseguido, día tras día, reforzará tu autoestima y tu compromiso con el cambio que estás implementando en tu vida. 

 

Haz bloques de tiempo y déjate espacio suficiente para desarrollar su cometido.

Como ya sabemos hasta dónde podemos llegar, lo siguiente que te propongo es que dividas tu día en bloques de dedicación. Por ejemplo, imagina que a primera hora de la mañana es un buen momento para ti para hacer deporte; resérvate un hueco suficiente para poder prepararte, hacer tu sesión ideal y luego darte una ducha y vestirte. No seas tacaña con el tiempo en esta división, porque si te quedas corta luego te puedes agobiar con que no te da tiempo a hacerlo. 

Los bloques pueden variar en función de lo que consideres que necesitas. Por ejemplo, mi bloque matutino es de una hora y media, por lo que sé que tengo que levantarme a las 6:00 si quiero estar en el trabajo a las 8:00. Pero prefiero hacer el esfuerzo de madrugar un poco porque me regalo el tiempo que necesito para disfrutar del café, hacer una meditación y una sesión de yoga suave, empezar a ordenar mis ideas y a crear contenido. 

Cuando divides las actividades en bloques te resulta visualmente muy sencillo reacomodarlos, en el caso de que sientas que tienes que hacer un pequeño ajuste en base a tu energía. Vamos a hablar ahora de energía y de cómo crear una rutina que fluya para nuestra mente y nuestro cuerpo. 

 

Conoce bien tus ritmos biológicos y adáptate a ellos.

Una clave fundamental para conseguir adoptar un hábito (mucho más cuando cambiamos nuestra rutina) es conocer bien cómo funciona nuestro cuerpo. No deberías – lo digo desde mi experiencia – ponerte más piedras en el camino exigiendo a tu cuerpo algo que puede ser antinatural para él. Me explico. 

Si cuando te despiertas, eres capaz de levantarte de un salto y empezar a funcionar de inmediato, quizás sea factible introducir el hábito de hacer un poco de deporte, de dedicar un rato a estudiar o de desarrollar tareas que requieran energía y concentración. Si por el contrario eres de las personas que no pueden empezar a relacionarse con el mundo hasta que se toman el café (como es mi caso), quizás necesites una rutina matutina más suave, donde poder despertar cuerpo y mente poco a poco. 

Aquí retomo la idea de que esto es una carrera de fondo. Respeta tus ritmos y no te metas caña cuando no puedes cumplir con tus expectativas, porque lo más probable es que la frustración de no estar a la altura te empuje a tirarlo todo por la borda. Sé comprensiva contigo y adáptate a tu cuerpo. Encontrarás que así te sentirás mucho mejor contigo misma y eso te animará y dará confianza para seguir adelante. 

 

Apóyate en herramientas.

Para organizarse siempre es bueno contar con herramientas que nos ayuden a anotar y planificar todo lo que queremos hacer. 

Como vamos a trabajar por bloques y necesitamos flexibilidad a la hora de amoldarlos a nuestro ciclo circadiano, en primer lugar necesitamos una herramienta que se adapte a nosotras. A mí me funciona muy bien el Calendario digital de Google, aunque cualquier otro podría servir (en versión digital será más flexible). Lo que hago es poner los bloques de tiempo en el calendario, para priorizar en esa organización, y me dejo tiempo disponible para otras cosas que vayan surgiendo. Por ejemplo, yo tengo reflejado el bloque matutino, la hora de la comida, la hora de estudio (después de comer) y la hora a la que empieza mi rutina de noche (ducha, preparar la cena y la comida del día siguiente, cenar y acostarse). Imagínate que quisiera intercambiar el bloque de la mañana por el de medio día: sólo tendría que arrastrar y modificar bloques, algo realmente sencillo y rápido de hacer, por lo que no me supondría mayor molestia que ésa.

El calendario lo complemento con algunas alarmas del móvil, para esos momentos en los que necesito «orientarme» con respecto a la hora que es. Ahora mismo sólo uso tres alarmas: la del despertador, la que me avisa de la hora de la comida y la que me avisa de la hora en la que tengo que cerrar el ordenador (sí: como empresaria, tengo que recordarme que debo dejar de trabajar en algún momento…). Puedes complementar las alarmas con los avisos del Calendario digital (si tienes las notificaciones activas), para que no todas las alertas sean alarmas en sí, sino simples avisos de que toca cambiar de actividad. 

Añado aquí una anotación, por si te resulta útil: me he dejado un hueco entre la hora de cierre del ordenador (final de jornada laboral) y el inicio de la rutina de noche. Ese hueco, de aproximadamente una hora, es un comodín. Lo puedo usar para hacer algún recado o la compra, para consultar mis redes sociales, hacer alguna llamada de teléfono personal o para visitar a un pariente. Uno de los errores más frecuentes en la planificación diaria es no dejarse margen para «la vida». Busca un hueco para poder dedicarlo a lo que surja. 

Por último, a mí me gusta mucho anotar reflexiones e ideas en una libreta. Si estás en fase de pruebas, puedes usarlo como registro de monitoreo (como hemos comentado), pero en tu día a día puede resultarte incluso terapéutico escribir tus pensamientos, reconocer tus logros y avances y dejar por escrito nuevos objetivos a perseguir. 

Espero que este contenido te haya resultado interesante. Por favor, cuéntame qué has implementado y cómo te ha ido, me encantará saberlo. Y si tienes alguna duda, déjamela en comentarios y te responderé en un periquete. 

Hasta la semana que viene,

 

 

PD: Si te interesa la técnica de la visualización creativa, te recomiendo que le eches un vistazo al trabajo de María Fornet. Puedes echarle un vistazo a su Instagram y suscribirte a su Newsletter. Escribe un email diario – que no tiene desperdicio – por lo que rápidamente averiguarás si conectas con ella y si te sirve el magnífico contenido que crea.