No me puedo creer que haya pasado tanto tiempo desde el último artículo que escribí. A veces la vida te arrastra hacia una vorágine que logra que pierdas la noción del tiempo, e incluso que pierdas el norte en tu camino. Pero de repente, la vida se vuelve caprichosa y decide pararnos, a todos, de golpe, sin dejarnos margen para la protesta. Nosotros no elegimos estar en esta situación, en eso estaremos de acuerdo. Pero sí podemos elegir cómo nos enfrentamos a ella. Y no sé tú, pero yo he decidido seguir luchando, puede que incluso con más fuerza que antes. Esa determinación me ha llevado a desempolvar mi viejo blog y a empezar a construir algo que puede que merezca la pena, sobre todo si tú lo compartes conmigo… Déjame que te cuente de qué se trata.
MI «POR QUÉ»
Quizás no lo recuerdes, pero hubo un momento en tu vida en el que tuviste una idea, un pensamiento. Seguramente se te iluminó la cara por la pura ilusión que te provocó ese impulso que venía de muy dentro. Fue ese momento en el que pensaste «si pudiera, dedicaría mi vida a … (rellena tú el espacio)». Luego, el día a día, levanta niebla en nuestra memoria y no logramos revivir fácilmente esa energía, esa certeza.
Bueno, a mí me pasó. Y sí recuerdo con claridad el día. Fue un sábado de 2010, cuando la crisis económica que nos sacudió en 2008 aún seguía enquistada en nuestros huesos y en nuestros bolsillos. Caminaba de vuelta a casa con un familiar con el que comparto sector profesional, y le explicaba con vehemencia y aspavientos que yo «veía» cómo podría mejorar la calidad de vida de muchos pequeños empresarios si estos supieran sacar provecho de herramientas de comunicación que tenían a su alcance. Mi argumento se fundamentaba en el hecho de que si ellos conseguían aportar más valor en lo que hacían, comunicándolo, no se verían obligados a competir por precio en sus mercados (qué gran lacra). Eso les permitiría tener una mayor remuneración, poder subcontratar servicios y, finalmente, poder disfrutar de una mejor calidad de vida, con tiempo libre para estar con sus familias.
Mi pariente, que en ese momento acumulaba muchas más horas de vuelo que yo, me escuchó con ternura y me dijo: «sí, eso es precioso; pero primero esos pequeños empresarios tendrían que ser conscientes de que la comunicación – algo tan intangible – puede tener ese resultado». Fue todo un zasca para mi ilusión, pero supongo que me lo tomé como un reto, porque no he dejado de darle vueltas a cómo lograrlo desde entonces.
Con el paso de los años, fuí dando pasitos y por fin llegó un momento en el que pude comenzar con mi proyecto, en primavera de 2014. No sabía muy bien qué forma darle, pero seguía empeñada en hacer que los pequeños empresarios vivieran mejor. Así que empecé con el pico y la pala – y con el vértigo que nunca te abandona cuando eres autónomo – a construir algo que me permitiera lograr mi objetivo.
No te voy a engañar, no ha sido un camino de rosas. Es cierto que cuesta hacer ver el valor que tiene algo tan intangible como la comunicación y las relaciones humanas. Así que los altibajos están ahí, azechando siempre a la vuelta de la esquina. Y a veces, cuando me toca pasar un bache, esa Rocío entusiasmada con una visión casi palpable se hace muy muy pequeña en mi mente. Afortunadamente, por el camino siempre se hallan nuevas inspiraciones, aunque a veces resulten dolorosas.
Un día de verano, creo que era 2017 o 2018, iba caminando por el corazón de cuidad, haciendo recados y agobiada por el día a día. En Lorca, salir a pasear de día en verano es sólo apto para valientes, por lo que apenas me crucé con un par de personas en todo el camino. A pesar del calor y de la soledad, lo que me marcó de ese corto trayecto fue ver cuántos establecimientos estaban cerrados en una calle tan emblemática como ésa. Algunos negocios se montan para probar suerte y los más afortunados consiguen mantenerlos abiertos durante unos pocos meses. Ser empresario no es fácil: requiere conocimiento, experiencia y un buen riñón para empezar a hablar. Y el ver cómo tanta gente podía haber visto sus ilusiones escurrirse entre sus manos, y después de tanto esfuerzo e ilusión haber perdido tanto dinero en el camino, me partía el alma. Aún recuerdo la pena que sentí. Sé que crucé la calle con los ojos humedecidos, a pesar del aire seco propio de esa época. «No es justo», pensé. «No tengo derecho a rendirme. Tengo que conseguirlo».
Y así seguí andando, a veces tropezando y volviendo a levantar, otras veces trotando con ilusiones renovadas. Pero siempre avanzando. Porque esos dos recuerdos me ayudan a tener claro el por qué hago lo que hago.
LA IMPORTANCIA DEL POR QUÉ
Quizás no hayas oído hablar de Simon Sinek, pero es un tipo que descubrió algo que puede cambiarte la vida. Resulta que Simon estudió la comunicación de los grandes líderes de la historia y halló una característica común a todos ellos, a pesar de la diversidad de estilos, personalidades y contextos. Se dió cuenta de que todos ellos construían sus discursos a partir de un elemento de fundamental importancia para los seres humanos que les escuchaban. No, no se trataba de las cifras. Las cifras son factores lógicos, perfectamente válidos cuando queremos reforzar nuestra postura frente a algo. Pero, a menos que seas Sheldon Cooper, tú nunca tomarías una decisión por factores lógicos. Lo siento, no hay discusión que valga: eso es un hecho.
La lógica te ayuda a justificar de forma objetiva la decisión que tomaste de forma subjetiva, sin darte cuenta. ¿Cómo? Con las emociones.
Así es como Simon detectó un patrón en los discursos más emblemáticos de la historia. Y diseñó lo que dió en llamar el Círculo de Oro. Según esto, aquellos oradores que destacan sobre el resto, construyen sus argumentaciones desde la emoción, el sentimiento, una razón profunda, basada en valores y principios. Es lo que él llama el POR QUÉ. Esa motivación conectará con las emociones de los oyentes, y resonará con sus propios valores y principios; se sentirán identificados con lo que se les está contando, y a través de su identificación querrán formar parte del «CÓMO» llevar a cabo esa visión, con un resultado tangible y lógico, que representa el «QUÉ».
Conectar con las emociones hace que las personas quieran formar parte de lo que haces.
Al final del artículo te dejo un enlace por si quieres saber más sobre esto – porque nadie mejor que Simon Sinek para explicarlo-, pero seguro que ya te haces una idea de lo importante que es tener claro el POR QUÉ haces lo que haces, si quieres que lo que haces te importe a ti y a todos los que están implicados en ello, ya sean clientes, proveedores, colaboradores, compañeros o tu propia familia.
SI VAMOS A HACER ESTO, HAGÁMOSLO JUNTOS
A estas alturas del artículo ya te habrás imaginado que te estoy contando todo esto por un motivo. Efectivamente, hay una razón para contarte mi POR QUÉ hago lo que hago, porque es el motivo por el que he decidido fundar el Club de la Resistencia.
Quiero que estemos juntos en esto, que nos apoyemos unos a otros. Por mi parte, me comprometo a compartir contigo ideas, trucos y consejos basados en mi experiencia y en las casi dos décadas que llevo formándome para hacer lo que hago. Ese contenido lo subiré en este blog y se complementará con un espacio en Cadena Azul Radio, en que hablaré con José Ángel Giménez de cada uno de los temas a tratar.
¿Qué trataremos?
La comunicación no se restringe a las ventas, debemos quitarnos esa venda cuanto antes. Como seres sociales, somos pura comunicación, así que prestaremos atención a multiples aspectos relacionados con el día a día de un negocio. La estretagia de comunicación, el marketing digital y las redes sociales serán sólo una parte, pues también hablaremos bastante de cómo gestionar equipos y mantenerlos motivados, cómo delegar trabajo de manera remota, cómo hacernos el día a día un poco más fácil, etc. En definitiva, hablaremos de cómo reinventarnos para seguir luchando en este paronama.
¿Estaremos solos?
Como miembros nº 1 y nº 2, José Ángel y yo estaremos cada semana al pie del cañón. Pero también contaremos puntualmente con intervenciones de profesionales que nos explicarán cosas que nos sorprenderán y, si hay suerte, nos inspirarán.
Pero no es suficiente. También queremos que en el Club de la Resistencia estés tú. Acompáñanos en este viaje y comparte con nosotros sus dudas, inquietudes e ideas. Porque juntos, el viaje será más enriquecedor. Y entre todos, la fuerza de la Resistencia será imparable.
Cuéntanos por qué haces tú lo que haces. ¿Por qué te levantas por las mañanas? ¿Crees que tus valores y principios están alineados con lo que haces cada día? Dinos qué te parece este ejercicio.
Si te surgen dudas, déjame también un comentario e intentaré ayudarte.
PD: ¿Conoces a más reclutas para el Club? Comparte este post para que se unan.
AQUÍ TIENES EL PODCAST CON JOSÉ ÁNGEL GIMÉNEZ
Y aquí tienes el enlace a la charla TED en la que Simon Sinek marcó historia.