Todas las personas que conozco con una creatividad sobresaliente mantienen desde niños y niñas una relación muy espacial con la música. Esto no es de extrañar, pues la música, al igual que ocurre con las matemáticas o las artes plásticas, es un excelente ejercicio para la mente y ayuda a desarrollar todo el potencial creativo que tenga. ¿Por qué es esto?
Estas artes (meteré a las matemáticas en el mismo saco, por la coincidencia de los factores que voy a destacar) nutren dos aptitudes fundamentales para que la creatividad se dispare:
Asimilar estas dos aptitudes nos ayudará no sólo a instrumentarlas, sino a jugar tanto a acentuarlas como a «romperlas», dotando de carga emotiva a nuestras piezas artísticas. Como decíamos en un post anterior, conocer el funcionamiento de algo nos facilita introducir elementos nuevos que contribuyan a generar un producto final diferente. Eso nos ayuda a expresarnos a través de la música, a contar historias, e incluso a generar nuevas corrientes artísticas (como le ocurrió a Beethoven, por ejemplo). Así pues, si queremos que nuestras jóvenes generaciones sean capaces de desarrollar el 100% de su creatividad, talento expresivo e incluso pensamiento crítico, alimentémosles de mucha música, para que su mente crezca fuerte y con mucho potencial innovador.