Si no quieres que le salten los ojos de las órbitas a tus ciberamigos, ¡cuida tu ortografía!

Las redes sociales son un espacio generalmente lúdico, donde nos relajamos compartiendo nuestra última compra en el supermercado o cotilleando en los perfiles de los demás. El uso que hacemos de nuestro tiempo libre pertenece al ámbito privado y se rige por las normas del libre albedrío, estaremos de acuerdo en eso. Lo que no es optativo – y aquí no se aceptan discusiones – es hacer un uso adecuado de los códigos lingüísticos necesarios para comunicarse en estos lares.

Ya hemos comentado en una entrada anterior que la huella digital es un rastro de nuestra actividad en la red que es casi imposible de borrar. Los modales son fundamentales para mantener una buena relación con y en este entorno. Pues bien, de todos los modales que hay que respetar, hay uno que destaca sobre el resto: «mantén una buena ortografía»*. ¿Por qué ocurre esto? En realidad es más sencillo de lo que pueda parecer: en la comunicación interpersonal**, aproximadamente el 55% de la información la obtenemos de los gestos; el 38% procede de las propiedades de la voz; y tan sólo el 7% (sí, ¡el 7%!) proviene de las palabras que se articulan. Si eliminamos de la ecuación la kinesia y los sonidos (lo que elimina el 93% de la información contenida en el mensaje), nos quedan a penas unas migajas para interpretar lo que nos dice nuestro interlocutor. Así, es fácil que haya malentendidos (se dice que sistemas de mensajería como Whatsapp han provocado gran número de rupturas sentimentales), pero, en contraposición, también es sumamente fácil tomarse su tiempo para elegir con cuidado las palabras que se usan, elaborar meticulosamente la estructura del mensaje y consultar las dudas ortográficas o gramaticales en lugares de referencia. En la red se puede acceder de manera completamente gratuita a diccionarios como el de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) para ratificar que alguien añora a otro alguien cuando le «echa de menos», y que por eso «ha hecho» un bizcocho de chocolate para apaciguar su soledad.

#Miss Dramas escribía en el último número de Mujer Hoy (Nº773, pág. 52) un divertido artículo sobre la importancia de una correcta ortografía en aquellas plataformas virtuales dedicadas a la búsqueda de la media naranja. Coincido con ella en que las faltas de ortografía dan una imagen pésima de esa persona a la que aún no conoces, pero también te despiertan ciertos sentimientos nada nobles por gente a la que sí conoces. En una ocasión leí en una red «por fin ya e echo la prueva». Lo primero que pensé fue «pues al menos, ¡espero que la suspendas!». Lo segundo fue: qué prisa tiene esta persona, que se come todas las «h», no respira con una simple coma y ni siquiera comprueba el corrector automático de Google Chrome. Porque sí, con las nuevas configuraciones y apps disponibles, poner «hola» sin «h» es como escupir en un ojo a la persona que tienes al otro lado: una falta imperdonable.

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Mensaje para #Miss Dramas: querida, si finalmente te decides a escribir ese magnífico libro que adelantas, en tu inestimable «misión civilizadora», por favor, ten en cuenta mi candidatura para revisar y prologar el volumen de manera completamente desinteresada. Todo sea por el bien de la humanidad. 
 
*Nota: El hábito correcto de «mantén una buena ortografía» requería, como podéis ver, un post propio. De ahí que no fuera incluido en la entrada «¡Cuida tus modales frente al ordenador!«.
**Nota: Albert Mehrabian ha realizado importantes aportaciones al estudio de la comunicación no verbal. Aquí tenéis el enlace a «Silent messages«, donde ofrece los porcentajes mencionados en este post, por si queréis ampliar información.