Tras unas semanas alejada del Club de la Resistencia, esta semana retomo la actividad hablando con José Ángel Giménez de una cualidad más necesaria ahora que nunca: la resiliencia. En el podcast hemos hablado sobre qué y cómo cultivar la resiliencia, pues se trata de un modo de ver el mundo que se puede entrenar y fortalecer día a día. 

¿Quieres escuchar el podcast directamente? Aquí lo tienes (aunque te recomiendo que le eches un vistazo a lo que te comento más abajo…).

 

 

¿Qué es la resiliencia?

 

Muchos confunden la «resiliencia» con «resistencia», por lo que tienen una idea inicial del término que dista bastante de lo que significa en realidad. Ser resiliente no significa aguantar el chaparrón con estoicismo, sin quejarse y poniendo la otra mejilla si es necesario. Ser resiliente se parece más a ser plástico, como la plastilina, que puede recibir un golpe sin romperse y se puede recomponer después, obteniendo un resultado mejorado, con distintos trozos de colores que harán la pieza única y especial.

En neurociencia se dice que la resiliencia es la capacidad de ser flexible frente a momentos de gran incertidumbre y situaciones límite, siendo capaz no sólo de reponerse sino de salir reforzado.

¿Cómo es esto posible? ¿Se trata de una cualidad innata que sólo unos pocos elegidos pueden tener? ¿O es una habilidad que se puede entrenar y fortalecer con el tiempo, como si de un músculo se tratara?

Parece ser que todos tenemos la capacidad de ser resilientes, pero no todos la desarrollamos de la misma manera. Aquellas personas que han tenido cerca a familiares o amigos resilientes, podrán poner en práctica la resiliencia desde el ejemplo que hubieran recibido. Otras personas con un infancia difícil, probablemente tendrán una mayor facilidad para relativizar en determinadas situaciones complicadas o traumáticas y sobreponerse a ellas.

Pero si tú no te encuentras ni en un grupo ni en otro, no te preocupes, porque vamos a ver algunas características de las personas resilientes que puedes aplicar y comenzar a ejercitar desde este mismo momento.

 

¿Cómo cultivar la resiliencia?

 

1. Obsérvate y conócete.

Las personas resilientes conocen sus fortalecas y sus limitaciones, y las aceptan como algo normal de su naturaleza. Ten cuidado con la autoexigencia y el perfeccionismo, porque pueden torturarte infructuosamente por cosas que no puedes cambiar. Acéptate, respétate e intenta sacar el máximo partido de lo que eres, sin fustigarte por lo que no puedes ser.

 

2. Confía en ti.

Como consecuencia de lo anterior, cuando te conoces, te aceptas y te respetas, llega un momento en que sabes hasta dónde puedes llegar y no lo pones en duda. Confía en tus capacidades y mantén el timón firme, sin cuestionar constantemente si serás capaz de llegar a puerto. No te drenes energía tontamente y continúa navegando.

 

3. Saca lo mejor de cada situación.

Cada crisis nos ofrece un momento de aprendizaje y depende de nosotros aprovecharlo o no. Mira a las circunstancias de frente, de forma objetiva, e intenta extraer la mejor parte de ellas.

Si además pones en práctica tu creatividad, quizás consigas sacar la oportunidad de crear algo nuevo, de construir una mejor versión de ti mismo.

 

4. Mantén una actitud positiva.

Si bien es necesario ser objetivo y alejarse del cuadro para ver toda la composición, siempre podemos mantener una actitud optimista frente a lo que estamos viendo. La clave está en ser conscientes de ello y tomar la decisión de ser optimistas.

En este punto el sentido del humor siempre ayuda. Si consigues reírte incluso en las peores circunstancias (sin faltar al respeto a nadie, por favor), tu vida va a ser un poquito mejor, seguro.

Y por supuesto, te ayudará mucho rodearte de personas que mantengan igualmente una actitud positiva. Evita rodearte de cenizos que lo único que hacen es drenarte energía y empañar tus lentes para que veas la situación tan gris como ellos – su objetivo es sentirse menos solos en su miseria…

 

5. Ánclate en el presente.

Vive en el ahora. No estoy hablando de que vayas como un pollo sin cabeza, inconsciente y sin importarte las consecuencias de tus actos. No. Estoy hablando de practicar el mindfulness, o la conciencia plena en el momento presente.

Esta práctica se ha extendido como la pólvora porque vivimos en la era de la multitarea: estamos acostumbrados a estar haciendo tres cosas al mismo tiempo, por lo que no disfrutamos de ninguna de ellas. Cuando tengas una conversación, céntrate al 100% en lo que estás hablando con tu interlocutor. Seguro que aprendes mucho más y te siente mucho más conectado tras ella.

Sólo estando plenamente presentes podremos disfrutar de las experiencias que vivimos, o sacar los mejores aprendizajes de los sabores amargos de la vida. Además, lograremos rebajar nuestro nivel de ansiedad, porque dejaremos de sentir arrepentimiento o verguenza por el pasado (por cosas que no podemos cambiar) y no nos angustiaremos por la incertidumbre de lo que ocurrirá en el futuro (adelantándonos probablemente a cosas que ni siquiera terminarán ocurriendo).

Esta práctica es muy difícil: quiero que lo sepas para que no tires la toalla a la primera de cambio. El mindfulness requiere entrenamiento y constancia. Piensa que nuestra mente está tan acostumbrada a «irse» que vas a tener que ser muy paciente y firme con ella para reeducarla a vivir en el aquí y el ahora. La buena noticia: que hay miles de apps, libros y cursos que te darán herramientas muy útiles para ponerte en marcha (abajo de dejo la referencia de un libro que me encantó).

 

6. Cuida tu mente y tu cuerpo.

Prácticas como el mindfulness o la meditación te serán muy útiles para reducir la ansiedad y el estrés. Pero quizás aún no sepas que el ejercicio físico también es una pauta fundamental para la buena salud mental. Y esto es por varios motivos:

  1. El primero, porque mientras estás desarrollando una actividad física, debes concentrarte en cada movimiento, lo que es un tipo de mindfulness que te permitirá desconectar de esos pensamientos de tareas pendientes y preocupaciones que hoy no tendrán resolución.
  2. El segundo motivo es porque durante el ejercicio físico el cerebro segrega hormonas de la felicidad, que contrarrestarán el efecto de esas otras hormanas que se segregan en momentos de estrés y que aumentan los efectos somáticos de la ansiedad. Es pura química, así que no te resistas a ella y saca al menos 2 o 3 horas a la semana para mover tu cuerpo.

 

7. Date un respiro.

No te machaques con esas situaciones que no puedes controlar y que te quitan el sueño. Evita la queja, porque hará que te centres aún más en el problema, e incentiva momentos de socialización que te diviertan y te hagan sentir a otras personas cerca de ti.

Recuerda que no puedes controlar las situaciones que vives, pero sí puedes controlar cómo te enfrentas a ellas.

Intenta respirar y mantener la serenidad, procurando ser flexible ante los cambios. Esto te ayudará a afrontar la adversidad de un modo más relajado y a no dejarte bloquear por el miedo.

Por otro lado, busca cosas que despierten tu ilusión, que consigan evadirte, que te motiven o te hagan reir. Ayuda a tu cerebro a producir esas hormonas de la felicidad para que entre los dos podáis ver la historia de otro color.

 

Cuéntame, ¿qué hábitos pones en práctica para conseguir ser más resiliente? El formulario de abajo te servirá para compartirlo con todos los miembros del club. 

 

 

Referencias:

  • «¡Tómate un respiro! Mindfulness», Mario Alonso Puig (dispones tanto del libro como del audiolibro, locutado por el propio autor)
  • «Los patitos feos», Boris Cyrulnik (consulta en tu librería más cercana). 
  • «Resiliencia – o la adversidad como oportunidad», Rosario Linares – https://www.elpradopsicologos.es/tienda/libros/resiliencia-o-la-adversidad-como-oportunidad/
  • «La resiliencia, ¿qué es y cómo poseerla?», Rocío Perea y Marta de la Fuente – https://www.areahumana.es/resiliencia/