Hablemos de esa primera fase del emprendimiento. Ese momento en el que todo son posibilidades, tienes energía y fuerza para enfrentarte al mundo y te niegas a aceptar un “no se puede” en tu camino. Es tiempo de abundancia en motivación, optimismo y ganas de luchar, pero seamos realistas: la abundancia acaba ahí. Si tenemos la tremenda fortuna de contar con una financiación para lanzar nuestro proyecto, nunca debemos perder de vista que el dinero no es ilimitado y que cada pequeña decisión cuenta para que al final de mes salgan las cuentas – nunca mejor dicho.

Si pudiera volver dos años atrás en mi vida, me sentaría conmigo misma, me pondría un café con leche y, agarrándome la rodilla con cariño, me diría: “Ro, tenemos que hablar”. Estos son los consejos que me daría:

 

1._ Invierte en tu imagen

Antes de meter un duro en proyectar lo que haces, párate a pensar en cómo quieres hacerlo y qué tipo de relación deseas mantener con tu público objetivo. Decídelo y acata tu decisión con coherencia y perseverancia. Te dirán que debes ir impecable, con traje de chaqueta y tacones a todas partes. Tú – probablemente por no saber muy bien lo que estás haciendo aún – querrás aparentar ser super profesional. Con el tiempo, irás viendo tus fortalezas y debilidades, y sobre todo, que todo eso da igual. Lo más importante siempre es proyectar la imagen de quién eres genuinamente. Sé tú. Punto. No hablo de extravagancias. Si te sientes cómodo en chaqueta, ponte una. Pero siéntete bien en tu piel. 

 

2._ Crea una buena telaraña

El espacio de trabajo deber ser el perfecto complemento a tu estilismo profesional. Debes sentirte cómodo trabajando allí y orgulloso cuando invites a alguien. Si lo consigues hacer realmente bien, es posible que tu oficina o estudio te ayude de verdad a convencer a tus potenciales clientes de que firmen esa oferta de servicio. No fuerces nada. Lo que alguien quiere ver cuando va a visitarte a tu casa no es una foto de revista: quiere ver TU CASA, lo que tú has hecho de ella, cómo la vives, cómo la aprovechas al 100%, cómo la disfrutas. Crea un espacio acogedor y nadie querrá irse de él

 

3._ Busca un buen programa de contabilidad

Aunque no factures mucho, es bueno que te vayas acostumbrando a manejar herramientas que te facilitarán la vida. Te parecerá una tontería y empezarás a usar plantillas en un editor de textos y hojas de cálculo estándar. Pero -créeme – llegará un momento en que tengas que ser eficiente en la entrega de presupuestos, albaranes y facturas, y necesitarás una herramienta cómoda que te impida enfangarte en las tareas de contabilidad semanales, mensuales, trimestrales y anuales. El que yo uso es Factura Directa. Es completo, intuitivo y con un excelente soporte técnico, que es lo que yo necesito. Busca lo que más se adapte a tus necesidades y pruébalo. 

Adicionalmente*, te recomiendo encarecidamente que preveas un fondo para hacer frente a las declaraciones trimestrales de impuestos. Si eres de los que prefiere la banca electrónica a desplazarse personalmente al banco – como me pasa a mí – seguro que te da mucha pereza ir a crearte una cuenta a parte para reservar lo que toque. Pero créeme, vencer la pereza será la mejor decisión que podrás tomar en ese sentido.

 

4._ Lo primero, costes variables; después, varía los costes

Puede que te sientas en la necesidad en algún momento de contar con alguien que te eche una mano. Tendrás muchos miedos y dudas y puede que sientas la tentación de contratar a alguien prácticamente desde el principio. Pero ten en cuenta que es muy arriesgado asumir gastos fijos tan importantes como un sueldo adicional y la cuota de la seguridad social de un trabajador. Aprovecha la fase de arranque para testear potenciales colaboradores, aprende a delegar, aprende a coordinar el trabajo con un equipo. Cuando tu economía dé signos claros de salud, prueba a contratar a alguien que realmente creas que puede aportar valor a tu empresa. Diseña un programa de adaptación que te permita poner a prueba sus motivaciones, su actitud en el trabajo y su capacidad de trabajar en equipo. No tomes decisiones únicamente por las habilidades con las que ha entrado en la empresa, porque si su actitud es buena, podrá adquirir nuevas aptitudes y desarrollar facetas que ni él mismo creía posibles. Pero si el equipo no cuaja, recurre de nuevo a los colaboradores externos hasta dar con tu mano derecha. Es duro de aceptar cuando hay emociones de por medio, pero la única supervivencia imprescindible en tu empresa es la tuya, porque sin ti, no hay empresa.  

 

5._ No crees nada de manera provisional

Mi pareja dice una cosa con respecto a lo provisional: “al final, lo provisional se convierte en definitivo”. Piénsalo: ¿cuántas veces has puesto algo en casa para posar la televisión encima, o apilar libros que no quieres que estén en el suelo, o iluminar un pasillo que parece diseñado por Hitchcock? ¿Y cuántas veces lo remplazaste por la auténtica primera opción? Pues eso. Si haces algo, hazlo bien desde el principio; si no puedes, espera.

Borrar una mala imagen es mucho más difícil que crear una buena primera impresión. Share on X

 

6._ Empieza a colaborar desde el principio

Cuando comienzas una empresa, puedes enfrentarte a una tentación muy peligrosa: querer hacerlo todo. Es inevitable que, estando solo, tengas que buscarte un poco la vida al principio. Mi consejo es que inviertas tiempo y esfuerzos en conocer a potenciales colaboradores con los que trabajar en un momento dado. Busca un pequeño proyecto, desarrolla con ellos una metodología de colaboración y probaos. Averiguad cómo trabajáis cada uno y si trabajáis bien juntos. Un equipo no se constituye sólo de las personas que contrates en un futuro; tus colaboradores externos pueden ser clave para el desarrollo y mejora de tus productos o servicios, hasta el punto de que te pueden llegar a solicitar tus servicios gracias al valor que habéis conseguido desarrollar juntos. Tú no puedes hacerlo todo: asúmelo y aprende a colaborar desde el primer día. 

 

¿Y tú? ¿Qué consejos darías a alguien que quiere arrancar su propia empresa? Deja aquí tus comentarios para que otros se enriquezcan de esa sabiduría que tantos dolores de cabeza te costó adquirir.

 

* Incluido en una revisión de la publicación. Disculpa el tremendo despiste. Este consejo no es baladí…